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jueves, 12 de diciembre de 2013

Nuevo colorido en Venezuela


Hagamos un ejercicio de desplazamiento por diversas zonas de nuestra república. Los que agarran carretera con cierta frecuencia, cual es mi caso, bien saben que donde manda el chavismo, todo, absolutamente todo, hasta las piedras, está pintado de un sofocante rojo, incluso contraviniendo las convenciones internacionales de la señalética urbana. Pero ahora, a partir de la nueva geografía política municipal, eso será distinto.

 La psicología del color da cuenta del efecto perturbador sobre las emociones del abuso de un color que como el rojo es disuasorio de la calma deseada. Se ha determinado que hasta en ocasiones es un motivador de no tan santas pasiones y un muy inconveniente estimulador de la agresividad cuando prevalece sobre otros colores. En la naturaleza, el rojo cumple un papel importante en la coloración de advertencia, también llamada aposemática de los animales. Ciertas especies usan ese color, generalmente en combinación colores contrastantes, para advertir de su toxicidad. Si estamos rodeados de demasiado rojo, ello puede influirnos negativamente y volvernos irritables e impacientes. Además, tiene un aspecto negativo y puede significar rabia. En un país que como Venezuela padece de severos índices de violencia, el rojo está altamente contraindicado para la salud social.

 Los cambios de colorido no serán tan notorios en la ciudad de Caracas, cuyo rostro experimentó una afortunada transformación cuando por primera vez los ciudadanos del municipio Sucre eligieron a Carlitos Ocariz como alcalde hace ya varios años. La mitad de Caracas y un poco más se viste hoy de diversidad. De hecho, para beneficio de los ciudadanos, las alcaldías de Baruta, El Hatillo, Sucre y Chacao no utilizan los mismos colores. Se busca la armonía pero se elude así la asfixia que produce la monocromía. En la capital de la república, sólo cuando el peatón o conductor cruza la frontera hacia el municipio Libertador nota que la escena se pone totalmente roja, como si nos hundiéramos en un charco de sangre.

 La segunda ciudad de Venezuela en tamaño es Maracaibo, capital del estado Zulia. Es en realidad la conurbación de dos municipios: Maracaibo y San Francisco.  Allí los ciudadanos y visitantes no serán obligados a ver todo pintado de rojo.

 Lo mismo -que no es una enfermedad del lomo- se hará patente en varias ciudades capitales de estado, como: Valencia, Barquisimeto, San Cristóbal, Barinas, La Asunción, Mérida, Maturín y Puerto Ayacucho.

 Muchas ciudades grandes, medianas y pequeñas nos permitirán sentir que Venezuela es variada y que sabiamente Dios la pintó de mil colores. Será el caso de ciudades regadas por todo el territorio republicano. Las listo sin orden alguno y regaditas a placer por todita nuestra patria.  Diviértanse buscando en el mapa cada una de ellas. Guasdualito, El Amparo, San Camilo, San Sebastián de los Reyes, El Limón, Tejerías, Ticoporo, El Callao, Upata, Bejuma, Montalbán, Imataca, Capadare, San Juan de los Cayos, Churuguara, Mapararí, Jacura, Agua Linda, Mararima, Boca de Tocuyo, Chichiriviche, Tocuyo de la Costa,  Tocópero,  Chaguarama, El Socorro, El Sombrero, Cazorla, Guayabal, Cuara, Tintorero, San Miguel, Agua Viva, Cabudare, El Vigía, Jají, La Mesa, Guaraque, Mesa de Quintero, Río Negro, Santa María de Caparo, Pueblo Llano, Cacute, La Toma, Mucuchíes, Mucurubá, San Rafael, Bailadores, Zea, Caño del Tigre, Carrizal, San Antonio de los Altos, Uracoa, Pampatar, Porlamar, Juan Griego, Encontrados, La Cañada de Urdaneta, Lagunillas, Machiques, Perijá, Bachaquero, Santa Fe, San Rafael de Onoto, Puerto Santo, Río Caribe, San Juan de las Galdonas, Mariguitar, Cordero, Palotal, Táriba, La Florida, Santa Ana del Táchira, San José de Bolívar, Palmira, Capacho Nuevo,  La Grita, Rubio, Michelena, Coloncito, La Palmita, Nueva Arcadia, Ureña, Boconó, La Tiendita,  Seboruco, Valera, Valle de la Pascua, San Antonio del Táchira, Lecherías, Píritu, San Simón, San Josecito, Agua Caliente, El Dividive, Valerita, Betijoque, Carvajal, Campo Alegre, La Puerta, La Beatriz, La Puerta, Mendoza del Valle de Momboy y San Luis. Se me quedan muchísimas ciudades pequeñas y pueblos en el tintero.

 Así las cosas, amig@ venezolan@, amig@ visitante, en amplios territorios hemos recuperado el arcoíris, elemento que para muchas culturas, incluida la nuestra, representa ancestralmente la esperanza y la concordia. Es un magnífico regalo de Navidad. Y nos llegó con un lazo de muchos colores que salen todos de nuestra bandera nacional.

 soledadmorillobelloso@gmail.com

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