Hagamos
un ejercicio de desplazamiento por diversas zonas de nuestra república. Los que
agarran carretera con cierta frecuencia, cual es mi caso, bien saben que donde
manda el chavismo, todo, absolutamente todo, hasta las piedras, está pintado de
un sofocante rojo, incluso contraviniendo las convenciones internacionales de
la señalética urbana. Pero ahora, a partir de la nueva geografía política
municipal, eso será distinto.
La
psicología del color da cuenta del efecto perturbador sobre las emociones del
abuso de un color que como el rojo es disuasorio de la calma deseada. Se ha
determinado que hasta en ocasiones es un motivador de no tan santas pasiones y
un muy inconveniente estimulador de la agresividad cuando prevalece sobre otros
colores. En la naturaleza, el rojo cumple un papel importante en la coloración
de advertencia, también llamada aposemática de los animales. Ciertas especies
usan ese color, generalmente en combinación colores contrastantes, para advertir
de su toxicidad. Si estamos rodeados de demasiado rojo, ello puede influirnos
negativamente y volvernos irritables e impacientes. Además, tiene un aspecto
negativo y puede significar rabia. En un país que como Venezuela padece de
severos índices de violencia, el rojo está altamente contraindicado para la
salud social.
Los
cambios de colorido no serán tan notorios en la ciudad de Caracas, cuyo rostro
experimentó una afortunada transformación cuando por primera vez los ciudadanos
del municipio Sucre eligieron a Carlitos Ocariz como alcalde hace ya varios
años. La mitad de Caracas y un poco más se viste hoy de diversidad. De hecho,
para beneficio de los ciudadanos, las alcaldías de Baruta, El Hatillo, Sucre y
Chacao no utilizan los mismos colores. Se busca la armonía pero se elude así la
asfixia que produce la monocromía. En la capital de la república, sólo cuando
el peatón o conductor cruza la frontera hacia el municipio Libertador nota que
la escena se pone totalmente roja, como si nos hundiéramos en un charco de
sangre.
La
segunda ciudad de Venezuela en tamaño es Maracaibo, capital del estado Zulia. Es
en realidad la conurbación de dos municipios: Maracaibo y San Francisco. Allí los ciudadanos y visitantes no serán
obligados a ver todo pintado de rojo.
Lo
mismo -que no es una enfermedad del lomo- se hará patente en varias ciudades
capitales de estado, como: Valencia, Barquisimeto, San Cristóbal, Barinas, La
Asunción, Mérida, Maturín y Puerto Ayacucho.
Muchas
ciudades grandes, medianas y pequeñas nos permitirán sentir que Venezuela es
variada y que sabiamente Dios la pintó de mil colores. Será el caso de ciudades
regadas por todo el territorio republicano. Las listo sin orden alguno y regaditas
a placer por todita nuestra patria. Diviértanse
buscando en el mapa cada una de ellas. Guasdualito, El Amparo, San Camilo, San
Sebastián de los Reyes, El Limón, Tejerías, Ticoporo, El Callao, Upata, Bejuma,
Montalbán, Imataca, Capadare, San Juan de los Cayos, Churuguara, Mapararí,
Jacura, Agua Linda, Mararima, Boca de Tocuyo, Chichiriviche, Tocuyo de la
Costa, Tocópero, Chaguarama, El Socorro, El Sombrero, Cazorla,
Guayabal, Cuara, Tintorero, San Miguel, Agua Viva, Cabudare, El Vigía, Jají, La
Mesa, Guaraque, Mesa de Quintero, Río Negro, Santa María de Caparo, Pueblo
Llano, Cacute, La Toma, Mucuchíes, Mucurubá, San Rafael, Bailadores, Zea, Caño
del Tigre, Carrizal, San Antonio de los Altos, Uracoa, Pampatar, Porlamar, Juan
Griego, Encontrados, La Cañada de Urdaneta, Lagunillas, Machiques, Perijá, Bachaquero,
Santa Fe, San Rafael de Onoto, Puerto Santo, Río Caribe, San Juan de las
Galdonas, Mariguitar, Cordero, Palotal, Táriba, La Florida, Santa Ana del
Táchira, San José de Bolívar, Palmira, Capacho Nuevo, La Grita, Rubio, Michelena, Coloncito, La
Palmita, Nueva Arcadia, Ureña, Boconó, La Tiendita, Seboruco, Valera, Valle de la Pascua, San Antonio
del Táchira, Lecherías, Píritu, San Simón, San Josecito, Agua Caliente, El
Dividive, Valerita, Betijoque, Carvajal, Campo Alegre, La Puerta, La Beatriz,
La Puerta, Mendoza del Valle de Momboy y San Luis. Se me quedan muchísimas
ciudades pequeñas y pueblos en el tintero.
Así
las cosas, amig@ venezolan@, amig@ visitante, en amplios territorios hemos
recuperado el arcoíris, elemento que para muchas culturas, incluida la nuestra,
representa ancestralmente la esperanza y la concordia. Es un magnífico regalo
de Navidad. Y nos llegó con un lazo de muchos colores que salen todos de
nuestra bandera nacional.
soledadmorillobelloso@gmail.com
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